miércoles, 20 de mayo de 2009

Se duplica la impresión bajo demanda en EEUU

http://jamillan.com/librosybitios/blog/
20 mayo 2009 09:16
Según datos de Bowker, empresa dedicada a la información bibliográfica, la producción de nuevos títulos ha bajado en Estados Unidos: no mucho, un 3,2%: 275.232 frente a los 284.370 publicados en 2007.Al tiempo, la impresión bajo demanda (no incluida en las cifras anteriores) ha subido un 132%: se produjeron 285.394 títulos en esta modalidad en el 2008, frente a 123.276 títulos en el 2007. "Este es el segundo año de crecimiento de tres dígitos en el segmento On Demand, que en el 2008 fue del 462% sobre niveles tan recientes como los del 2006".Las estadísticas de Bowker agrupan los libros impresos bajo demanda y los de tiradas cortas, pero la tendencia general aparece clara: ya entran más libros bajo demanda que tradicionales en el mercado americano. ¿Qué significa esto? Para el vicepresidente de Bowker, algo muy claro:
Las estadísticas del año pasado no son sólo un indicador de que la industria ha disminuido los nuevos títulos que entran en el mercado, también inducen la reflexión de que los editores se están volviendo más listos y más estratégicos sobre los tipos específicos de libros que están escogiendo publicar.A propósito: las categorías de libros que han crecido más en EEUU han sido educación y negocios, y las perdedoras, viajes y ficción: ¿toda una alegoría de la crisis?El mercado español tiene un creciente número de títulos producidos bajo demanda (aunque no conozco ninguna estimación de su cifra), pero muchos de ellos no son reconocidos como tales ni por los libreros (que simplemente saben que piden un libro, y lo reciben) ni por los lectores (porque su calidad es estándar).

lunes, 18 de mayo de 2009

Si Gutenberg levantara la cabeza se pasaría al libro electrónico

NÚMERO ESPECIAL. NO ES SÓLO QUE AMAZON PRESENTE SU TERCER KINDLE O QUE YA HAYA VENDIDO MÁS DE UN MILLÓN DE 'E-BOOKS'; EN SEIS AÑOS SERÁ EL 50% DEL MERCADO EDITORIAL. LLEGA PARA QUEDARSE: SEPA CÓMO VAMOS A LEER EN LOS PRÓXIMOS AÑOS

ÁNGEL JIMÉNEZ DE LUIS
[foto de la noticia]

Hace sólo tres meses, Amazon lanzó en Estados Unidos la segunda versión de su lector de libros electrónicos, Kindle. Aunque no se vende fuera el nombre suena también a este lado del Atlántico. Se ha convertido, después de todo, en el primer paso de un profundo cambio en un sector que permanecía casi inmutable desde que Gutenberg inventara la imprenta de tipos móviles.

Kindle tiene el tamaño de un libro de bolsillo, un grosor inferior al de un móvil y una pantalla de tinta electrónica. A diferencia de los ordenadores, esta tinta electrónica no cansa la vista. Cuando se muestra una página de texto cuesta creer que no está impresa con tinta real.

Amazon no ha comunicado el número total de Kindles vendidos desde la primera versión en noviembre de 2007 -podría estar cerca del millón-, pero en la última presentación de resultados han confesado que han «superado sus expectativas». Kindle no fue el primer dispositivo de tinta electrónica, pero su combinación con un servicio de descarga inalámbrica de libros y una biblioteca de más de 275.000 títulos lo convierten en el contrincante más serio, hasta el momento, del tradicional de papel. Ahora, en las novelas disponibles en ambos formatos dentro de la popular tienda virtual, la versión digital es el 34% de las ventas.

La semana pasada Amazon anunció un paso más: un Kindle dotado de una pantalla de mayor tamaño, 9,7 pulgadas en lugar de las seis del anterior. Kindle DX está enfocado a libros de texto y periódicos y debutará en varias universidades estadounidenses en otoño. El 'New York Times', el 'Boston Globe' y el 'Washington Post' lo usarán también para llegar a los lectores que no pueden recibir su edición de papel. Es un rayo de esperanza, sobre todo para los periódicos, que aún buscan la forma de sobrevivir en la era de la web. El lector electrónico descarga de forma automática las mismas noticias de la edición impresa durante la noche y puede mostrarlas en pantalla con diferentes diseños y distribuciones.

Mientras, en España, el libro electrónico ha dejado de ser un desconocido. «En 2008 el perfil era el del 'early adopter' (apasionados de la tecnología), pero estamos llegando al mercado del cliente residencial y el de los grandes lectores», comenta Juan González de la Cámara, fundador y director general de Grammata, que comercializa Papyre. El año pasado en nuestro país se vendieron unos 7.000 lectores, pero este año la compañía cree que el número podría aumentar hasta las 40.000 unidades, en parte gracias a los esfuerzos de los distribuidores por llevar el libro electrónico a las grandes superficies. En la actualidad se distribuyen en nuestro país siete lectores de tinta electrónica diferentes, con rangos de precio entre 300 y 600 euros.

El volumen es aún pequeño, pero en el foro 'E-book y edición digital: hacia una nueva cadena de valor del contenido', celebrado en Madrid la semana pasada, los responsables de la industria resumieron las posibilidades de crecimiento del mercado del libro electrónico en sólo dos datos: hoy, los 'e-books' suponen menos del 1% del mercado editorial. En 2015, podría llegar a ser el 50%.

Al de papel le quedan aún muchos defensores -y tendrá asegurada su supervivencia, aunque sea como objeto de coleccionismo-, pero el libro electrónico convence al usuario por varias ventajas, entre ellas el peso, la posibilidad de cambiar y adaptar la fuente de la pantalla y el precio, ya que las ediciones electrónicas, por lo general, se mantienen por debajo de los 10 euros -a cambio, el usuario debe desembolsar como mínimo 300 euros para hacerse con un lector digital-.

El único freno para su implantación es la inercia de la propia industria, volcada en el modelo de negocio tradicional. «Las librerías lo ven como una amenaza, no venden libros electrónicos y las editoriales no publican sus obras en versión digital», señala González de la Cámara. Mientras que en el catálogo de Amazon o en tiendas similares promovidas por otras compañías, como Sony, los libros se cuentan por cientos de miles, en España, el usuario tiene que rebuscar en la Red para encontrar algo con lo que llenar el lector. Cervantes Virtual o Google Reader proveen de obras clásicas cuyos derechos de autor han vencido, pero pocas editoriales se atreven a vender a sus grandes autores contemporáneos en formato digital.

CARMEN BALCELLS. La única gran excepción, por ahora, ha sido la editora Carmen Balcells, responsable de las obras de Juan Marsé, Gabriel García Márquez o Mario Vargas Llosa, entre otros. Desde el pasado mes de febrero, sus títulos están disponibles a través del portal Leer-e a un precio inferior a cinco euros.

En defensa de los rezagados hay que decir que el mercado del libro electrónico adolece aún de la falta de estándares. Hay cerca de 24 formatos diferentes de publicación, desde el TXT al HTML pasando por el PDF, y aunque se ha intentado apostar por un tipo de archivo abierto y común, un «mp3 de los libros», las grandes compañías como Amazon o So ny a menudo prefieren ir por libre o favorecer sus formatos propietarios. Digitalizar el catálogo de una editorial y organizar los libros para la distribución no es una tarea sencilla y requiere de una inversión importante. Y muchas están esperando a que pase el temporal de la crisis y a que la demanda madure, antes de lanzarse al mercado del 'e-book'.

Resistirse a entrar en esta nueva forma de distribución, sin embargo, puede ser un gran error a medio plazo. Javier Celaya, fundador de Dosdoce.com, cree que cuanto más tarden los editores y libreros en incorporarse al negocio del libro electrónico más les costará desprenderse de la piratería y el intrusismo.

Es un problema que ya empiezan a notar algunas compañías. Las redes P2P se llenan con manuales y 'best sellers', conseguidos a partir de una edición digital o escaneados por los propios usuarios. David Young, presidente de Hachette Book Group, señala que se trata de un problema exponencial y que se convertirá en un quebradero de cabeza para las editoriales.

Al igual que ha ocurrido con las discográficas y la industria cinematográfica, la digitalización facilita la distribución a través de canales no autorizados y como en el caso de la música y el cine, la digitalización trae una completa reestructuración del negocio y un cambio en el equilibrio de poder. Dentro de 10 años seguirán existiendo autores y lectores, es la conexión entre estos dos elementos la que se empieza a ensayar ahora, sin papel y sin tinta.